La poesía de Anahí Lazzaroni

https://www.excentrica.ar/wp-content/uploads/Anahi.jpgLa poesía de Anahí Lazzaroni

Compartimos una selección de poemas de Anahí Lazzaroni (1957-2019), poeta nacida en La Plata y radicada en Ushuaia desde su infancia, que partió al mar de sus sueños o al cielo de sus pájaros en marzo de este año.

 

De Dibujos:

 

Hablando de fútbol, menaje y TV

 

De las charlas insulsas

desembarco

a mitad de camino.

Deserto al galope,

tomo el rumbo de las lluvias.

Mitigo

las insolaciones humanas.

 

*

 

Nostalgias

 

De aquellos días abiertos

a las alegrías del mundo

sólo nos queda

un suave polvillo

birlado

por el viento.

 


 

De El poema se va sin saludarnos:

 

 

Alejandra Pizarnik, in memorian II

 

¿Dónde está

la reina loca que nombrabas?

No puedo verla, mira al ahorcado

que me exige limosna.

No le des –me dices–

no le ofrezcas,

mejor guarda

para que se alimenten tus pájaros

o mejor tírala.

Cada moneda que reluce

es un estigma

en los tiempos que corren.

 

*

 

Meditaciones de fin de siglo

 

La luz morada del otoño,

un ave que grazna mientras sobrevuela el agua.

No siempre la naturaleza reconforta,

y el mundo

posee habilidades:

nos alimenta

o

nos despoja.

 

*

 

Tiempos posmodernos

 

No hay esencia,

no hay razón,

no hay ni una loca esperanza

perdida en la hondonada.

 

Oh, viejo Zeus, aliméntame

por los días de los días.

Ofréceme esa intensidad suprema

de los moribundos ilusionados

y ampárame

de tiempos tan duros.

 

 


 

De Bonus Track:

 

 

Boceto

 

Cantos sólo cantos

escritos en una noche de vigilia.

La juventud huye, huye

a vuelo rasante,

en ese caballo con cara de Dios

van sus aromas.

 

*

 

 

Perfil

 

Ágil y lustroso

salta

(en la mitad de una mañana radiante)

el pez azul

de la melancolía.

 

*

 

 

Poema sin camellos

 

                                         Y nos decimos que cantamos 

                                               para alejar la oscuridad.

Emily Dickinson

 

No veré más a la lluvia dorada

pintar el mar,

ni a los pájaros del alma

beberse a cántaros el viento.

Un fulgor distinto iluminará el paisaje

y la travesía será más tenue.

En la ciudad también está el desierto.

 

*

 

En la casa del Tigre

 

Cuentan grandes penas, amoríos trágicos

e historias de madres posesivas hilando la tarde.

Despliegan el dolor como si fuera un mantel

y beben alegres las copas del olvido.

Una embarcación en ruinas

navega el río de la noche,

dicen que en ella viajan

el rey mendigo y su guardia de sonámbulos.

A mediados del siglo

en una ciudad mal llamada Buenos Aires,

repiten, un niño levantaba apuestas de caballos

a espaldas de sus inmaculados padres

y más lejos otro niño loco

se inventaba solitario la llanura.

Murmuran trozos de vida

ya cubiertos por el polvo

o casi.

 

*

 

Leyendo diarios

 

Un cocodrilo del siglo diecinueve

bosteza.

¿El río?

Cualquier río fangoso

de África lejana.

Animal de sanas y sabias costumbres

si vinieras

y devoraras este caos perfecto

no harías otra cosa

que embellecer

el mundo.

 

 


 

De A la luz del desierto:

 

Lo dicen por ahí

 

Te atraen las ciudades en decadencia,

los hoteles ruinosos, la gente loca y amable

sucumbiendo a sus propios designios.

Aquellos pájaros gordos

quietos sobre la última nieve.

La música secreta tocada en un piano

por alguien que durmió en Calcuta.

El cielo lleno de nubes de esta comarca perdida.

El andar afelpado del leopardo.

Los conocimientos inútiles.

La luz que trastoca a los soñadores.

Las preguntas infinitas saliendo de su cauce

como ríos alucinados.

La posibilidad de escribir.

Mirar el aleteo de una mosca

sin que el tiempo importe demasiado.

 

Dicen que es cierto.

 

*

 

Canción sin partitura

 

Nada está escrito en ningún lado,

ni las canciones viejas

que nos llegan a la memoria

para salvarnos del invierno,

y se hunden bajo el grito constante

de los pájaros nocturnos.

Nada está escrito,

ni esos terrores marcados a fuego

que aparecen en los sueños,

ni las alegrías

o el olvido mismo.

Nada está escrito en ningún lado

Y los locos,

los pobres locos

ya no dibujan árboles

en las paredes vacías.

 


De El viento sopla:

 

 

Graffti

 

Alguien debería dibujar de un modo impecable

el mapa de una ciudad loca

a la que abofetea el viento.

Bordeada por un mar gris y murallas de piedra,

con gentes de poco hablar

navegando sus propios océanos.

Nombro una ciudad que no está muerta ni viva.

 

15 de octubre, 2003

 

*

 

La ciudad y el poema

 

Observás cómo enseña a hacer tempura

una cocinera japonesa en un documental,

sentís la ciudad colapsada.

Mirar una cosa y pensar en otra,

quizás en eso consista la escritura

o el poema que comienza escribirse

a espaldas del mundo

al mejor estilo de un buen ladrón de gallinero.

Es de noche y no llueve,

no llueve por una vez en esta ciudad.

Ya hubo alerta amarilla por vientos huracanados.

Eso pasó

como pasa todo y nadie lo recuerda.

 

21 de abril, 2006

 

*

 

Las canciones antiguas

 

Tintas antiguas para describir la ciudad.

Campos de nieve y falsas arenas movedizas.

Fotografía de pobladores y viajeros muertos.

Barcos entre los bordes de las olas azules.

Miserias empujadas por los vientos del Sudoeste.

Canciones alegres de tierras lejanas

que nadie puede cantar, ni cantará jamás.

Monedas del oro que nunca estuvo aquí.

Son otros los pájaros que vuelan en el cielo

 

10 de mayo, 2005

 


De Alguien lo dijo:

 

Enigma

 

¿Para qué recordar esta melodía

si desconocemos de dónde viene?

¿Por qué razón vuelve

si no la podemos cantar?

Hubo un tiempo que estuvo

en nosotros

al igual que tantas cosas.

El pentagrama está vacío.

 

*

 

Poetas contemporáneos o el legado de lo cursi

 

A Jorge G. Garzarelli

 

Queridos amigos:

Nuestro gran deber es mantener a los lectores en vilo

sabemos que la poesía aburre a la mayoría de los

[mortales.

Temen hallar golondrinas, rimas tontas,

crepúsculos, maderas de sándalo.

Y si nos descuidamos

hasta a ese par de muchachas hoy tan desprestigiadas:

la costurerita que dio el mal paso

y la pulpera de Santa Lucía.

 

*

 

Bajando decibeles

 

Señoras y señores poetas:

El insecto que se desliza a ras de tierra

nos ignora.

Los latifundistas también.

Por eso nuestra idea de la poesía

nunca debe de ser tan grandiosa.

Alcanza

con que quepa

en una caja de zapatos

mediana.

 

 


Anahí Lazzaroni nació en La Plata el 30 de agosto de 1957. Residió desde su infancia en Ushuaia. Publicó: Viernes de Acrílico (1977), Liberen a la libélula (1980), Dibujos (Ediciones Revista Aldea, 1988), En esta ciudad se escribirá una novela (prosa, Ediciones Revista Aldea, 1989), El poema se va sin saludarnos (Ediciones Último Reino, 1994), Bonus Track (Ediciones Último Reino, 1999), A la luz del desierto (Ediciones Último Reino, 2004), El viento sopla (editorial El Suri Porfiado, 2011), Alguien lo dijo (El Suri Porfiado, 2018).  Entre 1986 y 1994 codirigió la revista Aldea. Colaboró en diarios y publicaciones del país, y del extranjero. Poemas suyos figuran en antologías de poesía contemporánea y han sido traducidos al catalán, coreano, francés, inglés, italiano y portugués.

 

Fotografía: Florencia Lobo

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