Una muestra de poesía boliviana

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Texto introductorio y selección de Gabriel Chávez Casazola

Estrellas en el agua: descubriendo la poesía boliviana

Un signo de interrogación. Un signo que guarda un enigma a su vez escondido entre montañas. Así suele verse a la poesía boliviana desde fuera. Y aun esto es un decir, pues casi no se la ve. O no se la ve en absoluto, pese a que Bolivia tiene una rica, fecunda –y sobre todo vital- tradición poética. Y pese a que las montañas andinas son solo la porción occidental de un vasto territorio de valles y selvas, que desciende al naciente con los ríos (y el idioma) abiertos.

Para que nuestra poesía se encuentre invisibilizada conspiran varios factores: un pequeño mercado editorial; ausencia de publicaciones (libros, revistas, portales) con alcance internacional; escasos canales, flujos y contactos con autores, críticos, editores, traductores y divulgadores de otras naciones; falta de apoyo estatal. Pero, sobre todo, en el trasfondo, planea una suerte de enfermedad nacional que aqueja también a muchos poetas: la mediterraneidad espiritual.

Ésta consiste en creer, en los niveles subconscientes, que la ausencia de una salida al mar, a un mar arrebatado, encerró a los bolivianos, condenándonos a una suerte de confinamiento más allá (o más acá) de lo geográfico, tan determinante que de él no pueden escapar ni las palabras. Mucho hay de victimismo –y de ignorancia de la propia condición amazónica y platense del país- en esta mirada, en este mito que nos deja suponer que existen grandes barreras para la difusión internacional de nuestras creaciones y para el conocimiento de las creaciones de artistas y escritores de otros países.

En el caso de la poesía boliviana, este aislamiento perceptual se tradujo, durante varias décadas, en insularidad y asincronía. Una insularidad mediterránea, si tal cosa cabe, atribuible, en términos prácticos, al hecho de no existir un libre flujo de influjos, pues se tendía a leer poco a poetas de otras latitudes, a viajar poco los poetas y sobre todo a dejarse estar, sintiendo cierto recelo del mundo y de las propias capacidades, lo que muchas veces devenía ensimismamiento, umbilicalismo; aunque otras pocas veces, por fortuna, se concretaba en el surgimiento de poetas insulares dotados de una valiosa originalidad y una gran potencia creativa, crecidas a las márgenes de otras poéticas, constituyendo una suerte de periferia central del continente.

 

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Descripción del Autor

Gabriel Chávez Casazola

Poeta y periodista nacido en 1972. Antes de su reconocida obra El agua iluminada (2010), parcialmente traducida al inglés, portugués, italiano y rumano, publicó los libros de poesía Lugar Común (1999) y Escalera de Mano (2003). Su cuarto libro de poesía, La mañana se llenará de jardineros (2013) apareció recientemente en Ecuador. Poemas suyos se hallan incluidos en varias antologías internacionales y de su país. Ha participado en encuentros, lecturas y festivales de poesía en España y las Américas. Impartió talleres de poesía en universidades y centros culturales. Tiene publicados también libros de ensayo, crónica e historia. Fue editor y columnista de varios periódicos bolivianos. Actualmente tiene una columna de literatura y dirige el espacio de poesía “Mirabiliario” en el diario Página Siete de La Paz, y colabora con los suplementos literarios de El Deber de Santa Cruz y La Palabra del Beni, además de contribuir a revistas internacionales de poesía. Entre otros premios, ha recibido la Medalla al Mérito Cultural del Estado boliviano.