Transmigraciones

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Continuamos con la entrega de una columna mensual de crónicas y ensayos del poeta y escritor hondureño Rolando Kattan (Tegucigalpa, 1979).

 

 

Si la imaginación es ala ¿por qué quedarnos en la tierra?, si la imaginación es llave ¿por qué no abrir otros cuerpos como puertas? ¿Por qué no ser piedra en el camino o pie que tropieza a la manera de Oliverio Girondo?:

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.

Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo no me canso nunca de transmigrar.

Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.

¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda… y nos hace cosquillas!

Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?…

Lo importante es transmigrar, ser otro. Y en el poema concluye: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.

El Destino del mundo, con mayúscula porque bien hacían los griegos en darle vida, es un viejo alcahueta que ha cultivado jardines para que la humanidad se detenga en el individuo. Solamente en la otredad tiene valor la individualidad. Cuánta razón tiene Oliverio al advertir que siendo uno mismo todos los días se nos olvida nuestra condición. A propósito de ello, Octavio Paz costura unos versos hermosos en “El Prisionero” un poema de su libro “Libertad Bajo Palabra”:

El hombre está habitado por silencio y vacío. / ¿Cómo saciar esta hambre, / cómo acallar este silencio y poblar su vacío? / ¿Cómo escapar a mi imagen? / Sólo en mi semejante me trasciendo, / Sólo su sangre da fe de otra existencia.

Contrario a la otredad, Sigmund Freud hablaba del narcisismo de las pequeñas diferencias: comunidades vecinas y próximas en todos sus aspectos, se hostilizan y encarnecen. No era el instinto agresivo el motivo principal de los conflictos, lo que sucedía era exactamente lo contrario: eran las pequeñas diferencias lo que provocaba la agresión. Especie de mismidad.

La transmigración propuesta no basta en calzar el zapato del otro, hay que vestir también los versos de Nelly Sachs: Oh vosotros dedos, / Que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos, / ¡Mañana seréis polvo vosotros / en los zapatos de los que han de venir!

¿Por qué nos es fácil imaginar las palabras de un árbol en una fábula, entender sus lágrimas otoñales y su necesidad de lluvia y nos es tan complejo comprender las necesidades del vecino?  Borges lo escribió con sabiduría: Nadie es la patria, pero todos lo somos, por ello es preciso transmigrar, al principio como un pasatiempo, y después como asunto serio.

 

 


Rolando Kattan (Tegucigalpa, Honduras, 1979), poeta, gestor cultural y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua. Ha publicado los libros de poesía: Exploración al Hormiguero (Editorial Sexta Vocal, Tegucigalpa 2004); Poemas de un Relojero (Costa Rica, 2013); Animal no Identificado (Ed. Gattomerlino, Italia, 2013); Acto Textual(El Ángel Editor, Ecuador, 2016); El árbol de la Piña (Ed. Cisne Negro, Honduras, 2016) y Luciérnaga de Otoño (Ed. Cisne Negro, Honduras, 2018); Un país en la fronda  (Raffaelli Editore, Italia, 2018);  Parte de su obra ha sido traducida al francés, árabe, japonés, italiano, portugués, chino, rumano, macedonio, griego e inglés.

Imagen: “Confusiones elementales 22”, de Florencia Lobo

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