Yo también le rezo a la noche

 

Compartimos una serie poemas de la escritora y profesora Luciana Reif, de su libro inédito titulado Yo también le rezo a la noche, que obtuvo, el año pasado, el primer premio de poesía del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes.

 

 

 

YO TAMBIÉN LE REZO A LA NOCHE

 

I

Ella que supo ser
un hombre
más temible que mi abuelo,
su mirada parca devorando
el humo del cigarrillo
que la envolvía.
Mi abuela asfixiaba
gatos en palanganas
porque las crías
eran demasiadas
y no hay lugar para todos
en este mundo.
Veinte cigarrillos cada día,
la voz áspera
de un capataz
en épocas de guerra
y la bondad de quien
raciona milimétricamente
el alimento.
Fui la nena que durmió
a su lado tantas noches,
como en un campamento
militar, el soldado raso
bajo la mirada del sargento.
La escuché roncar
con la furia de los perros
que pierden temprano
a su madre,
como ella
a su marido
arrollado por un auto.
La veo por las noches
sumergirse en el sueño
con un rosario, invocando
a un dios que jamás
la ayudó en nada.
Y así como le reza
yo también le rezo a la noche,
porque ella
es un sargento
y yo un soldado raso
al que podría cocinar en el horno
con tal de sobrevivir.

 

 

II

Aguanté hasta que el hilo de pis brotó
como una flor entre mis piernas.
Al lado dormía mi abuela,
rugía como un oficio.
Su boca abierta era una tumba
en la que revoloteaban
y se estrellaban
los murciélagos.
Miré hacia adentro, hacia el pozo negro
de sus fauces, y tomé
lo que era mío por derecho:
el paquete de Le Mans que obligada
le compraba todas las tardes.
Fumé hasta que el sol me reveló
la humareda, el olor a pis
aplastado como un insecto
en la habitación de la niebla.

 

 

IV

Una foto donde peino a mi abuela
No hay en ella
nada que se le parezca
al cariño o a la dulzura.
Y, sin embargo, ahí estoy
cepillándole las canas
como si fuera
capaz de arremolinar
la seda, meter mis manos
entre las telas, escoger
la blanca brillante
y sentir la nieve, el frío
de su pecho guardado
entre las ondas del pelo.

A veces sueño con el desprendimiento
del glaciar, con fisurar por fin
el nudo originario, ese que tejió
la helada en su corazón
el día que se hundió mi abuelo.

Estoy cada vez más cerca y más lejos
de ser la mujer que quiero, la intelectual
que camina levitando, que respira y exhala
grandes y pequeñas partículas doradas, ideas
que sobrevuelan el aire y caen sobre mí
como un halo o el velo de una novia.
¿Pero con quién me estoy casando?
¿A quién me entrego de pies y manos?
¿Cuál es la poderosa fuerza
frente a la cual abdico y otorgo mis sentidos?
Soy la mujer de las brillantes y sesudas teorías:
me estallé la córnea, necesitaba concentrar.
Soy la mujer ingeniosa que piensa lo que otros
quisieran pensar primero:
te entrego barnizado mi músculo extensor,
pulida y un poco deteriorada mi lumbar,
un dolor crónico en la planta del pie.
No los necesito, tengo mi cráneo,
fábrica taylorista por excelencia,
el razonamiento aceitado como una polea
y en el corazón el desgaste
del obrero alienado.
Qué decir de esta vida que ahora elegimos,
jugamos a llamarnos marido y mujer
aunque no estemos –todavía– casados.
Y qué de mis sueños de ser una mujer libre, independiente,
como cuando me saqué de encima la cabeza
pesada de mi madre, su larga trompa de elefanta
impidiéndome el paso.
Y qué de los gloriosos años en la universidad
estudiando sociología, empujando mi cerebro,
radiante y hacendoso,
al punto límite de la abstracción.

Cuando te pido vayamos al sueño juntos
no me dejes acá, despierta, boca arriba,
con los ojos encendidos,
con el cuerpo que todavía masculla y no está listo
para embeberse en la oscuridad. Me pregunto
qué teoría me enseña a amarte con la dosis justa
de cercanía y distancia, qué energía física
es la que circula por dos troncos que se arquean
para encontrarse y beber mutuamente de sus tallos,
a qué noción de libertad me aferro tontamente
si tu abrazo es un río que atraviesa
el desierto nocturno y la calma es
bajar hasta él, empaparme.

 


 

Luciana Reif nació en Buenos Aires el 4 de enero de 1990. Es poeta y socióloga. Coordinó, junto con Valeria De Vito, el ciclo de poesía Lo que tan rápido fuga, en Espacio Enjambre. Dicta el taller Amor y poesía, en distintos espacios. Coordina, con Gaspar Tessi y Flor del Castillo, el ciclo Todo beso es político. Forma parte de las antologías El Rayo Verde (Viajero Insomne, 2014 y 2015), Rizoma (2016), Martes Verde (Poetas por el derecho al aborto legal, 2018), Otros colores para nosotras (Ediciones Continente, 2018) y Camelia, mujeres que toman té (Tanta Ceniza,2021). Poemas suyos fueron traducidos al italiano por el Centro Cultural Tina Modotti. Es autora de los poemarios Entrada en calor (Uoiea, 2021), Ojo de mármol (2016) y Un hogar fuera de mí (Visor, 2018) -ganador del XXX Premio a la Creación Joven de la Fundación Loewe. Su poemario inédito Yo también le rezo a la noche ganó el primer premio de poesía del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes de la Argentina en 2022.

*Créditos de la fotografía: Adolfo Rozenfeld

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