Algunas notas sobre el riesgo y la poesía experimental

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En este ensayo, el poeta mexicano Alí Calderón reflexiona provocativamente alrededor de la idea de “riesgo” en la poesía experimental contemporánea. Una invitación a la polémica.

En mayo de 1871, un Rimbaud de diecisiete años escribía en carta a Paul Demeny: “exijamos a los poetas lo nuevo, ideas y formas” (Rimbaud 123). Es muy posible que una de las fantasmagorías fundamentales del siglo XIX, que habría de heredar el siglo XX y que mueve al enfant terrible a esa declaración, sea la pasión por la novedad. No por nada Walter Benjamin, en el Libro de los pasajes, recoge un grabado de 1816 cuyo título es “Todo lo que es nuevo es siempre bello” (755) que resume, de algún modo, la vida espiritual de aquel siglo.

Es el XIX y el capitalismo funciona con plenos poderes. Su gran metarrelato es el progreso. La producción en serie es ya una realidad y la fiebre del consumo ha encontrado por fin su templo, ahora de hierro colado y cristal: el aparador de un pasaje parisino. Benjamin afirma que en las imágenes desiderativas del nuevo modo de producción se destaca “el firme esfuerzo por separarse de lo anticuado –lo que en realidad quiere decir: el pasado reciente” (39). Es la época del flanêur, del hombre solitario entre la muchedumbre: la modernidad. Una modernidad que hace de lo “nuevo” su más alto fetiche, la piedra angular de la falsa conciencia. Y vuelvo a Benjamin:

La modernidad es la época del infierno. Las penas del infierno son lo novísimo que en cada momento hay en este terreno. No se trata de que ocurra otra vez siempre lo mismo, sino de que la faz del mundo, la inmensa cabeza, precisamente en aquello que es lo novísimo,  jamás se altera, se trata de que esto novísimo permanece siendo de todo punto siempre lo mismo (838-839). 
 

Dado lo anterior no es difícil entender la subjetividad de Rimbaud y la de la poesía de occidente en aquel momento. Así las cosas, el arte, la poesía desde luego, “tiene que hacer de lo nuevo su más alto valor” (46). Este es el punto, sin embargo, en el que surgen las interrogantes ¿Qué es lo nuevo? ¿Cuál es la forma de lo nuevo? Quizá Georg Simmel lo explique de algún modo cuando dice que “el ritmo de la vida moderna no sólo expresa el anhelo por un rápido cambio en los contenidos cualitativos de la vida, sino también el poder del estímulo formal del límite, del principio y del fin” (105). Iuri Lotman, el semiólogo lituano, lo pone en otros términos: “el espacio no semiótico, de hecho, puede resultar el espacio de otra semiótica”. Lo no semiótico es lo nuevo, lo experimental, lo no codificado, lo no canónico. En el  caso de la poesía, se trata de los procedimientos de construcción y generación o disolución del sentido que intentan rebasar los límites, ampliar la frontera semiótica, trascender la barrera de lo que consideramos los códigos de género.

Descargar el ensayo completo (versión PDF).

Ilustración: Sabrina Díaz

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