Compartimos cinco poemas de Wanaku, el último libro de María del Rosario Andrada (Catamarca, 1954), publicado este año por la editorial lisboa.
LA LLUVIA CAÍA SOBRE CUZCO
Nos ocultamos
la lluvia caía
sobre Cuzco
como nunca en esa estación
del año
recalamos en un hostal
una indiecita morena
nos besó los labios
con hojas de coca
y nos abrigó en la noche
con cueros de vicuña
Una llama parió en el fondo
el vientre
de mi madre se abría
mi cabeza era un colgajo
araña ensangrentada
cuando la cría
cayó a tierra
la hembra sin fuerzas
mordió el cuello
resopló el hocico
la pequeña quedó
a la intemperie
fue entonces
cuando un relámpago
le secó los ojos.
Un huayno escapó
por la ventana
qué hermosos ojos
qué bonito cuerpo
qué linda flor
te voy a querer
a mi linda tierra te voy a llevar
LA HONDURA
No era la pindó
era un nogal
de pronto
las hojas tomaron forma
y emprendieron vuelo
ahí quedé
sosteniéndome
en la hondura
de la mañana
mientras la luz
se apagaba de a poco
y la lluvia pintaba
a cuadritos mis sábanas
UN COLIBRÍ DA MEDIA VUELTA Y SE VA
Estoy aquí
adherida a la tapia del vecino
las lagartijas
caminan en mi cuerpo
abren diminutos agujeros
un avispón llega
revisa el territorio
medita con sus hélices
se asegura que otro espía
no destruya la estrategia
de pronto
una nube negra
flota en el aire
posan sus patitas en la enredadera
no puedo gritar
me sofocan
un colibrí da media vuelta y se va
NOCHE DE GUANACOS
(Wanaku Tuta)
La angustia del niño
que corre
tras una mujer que lo desconoce
y en las llagas
de la noche muestra los ojos
de la nutriente indígena
la de mancebos recostados
sobre las pupilas del viento
leche derramada por matronas
y sirvientas de amaneceres
por tías milagrosas
que sostienen
nuestros frágiles cuerpos
las del rezo diario
agazapadas en la soledad
de un vientre
ese niño de abuelos y tatarabuelos
de mágicas siestas de criados
es viento zonda en la altitud /
y lucero en tierra Wanaku
A Leonardo Martínez en su memoria
EL AGUA DEL CIELO NO HA DE CAER
El viento lleva en el polvo el sol./ La arena se despega del médano/ llega hasta las raíces de los árboles/ corta el límite/ espía entre los pastizales y las lomas/ avanza por el blancor de la osamenta en los hoyones./ Algo arde en esa distante sencillez…
Julio Salgado
En la tundra pequeña donde los caballos no pastan
y la arena forma remolinos de vientos
sobrevuelan aves zancudas que migran hacia el salar
en noches de relámpagos puede verse
el techo de una casa que el zonda ha enterrado
siluetas, ondulaciones, montes
y alguna luz misteriosa
el agua del cielo no ha de caer
canta una vieja coplera
en otro amanecer las cosas vuelven
a su lugar
el aire es transparente
la montaña una planicie
en los confines
la furia caníbal del viento
vomita un pueblo fantasma
María del Rosario Andrada (San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina, 1954). Es poeta y narradora. Ha publicado los poemarios Uvas del invierno y Casa olvidada (ambos por Municipalidad de Catamarca), Tatuaron los pájaros (Botella al mar), Anuin y los senderos del fuego, Los cánticos de Otmerón y Profanación en las alturas (los tres por Ediciones Último Reino), Los señores del jaguar y Huayrapuca, la madre del viento (ambos por Editorial Vinciguerra), Último resplandor y Suri, patitas largas (ambos por Ediciones del Dock) y Wanaku (editorial lisboa). En 2003 publicó el libro de cuentos Las tres caras de la herejía (Ediciones del Candil). Su poesía fue parcialmente traducida al inglés y al alemán, e incluida en distintas antologías de su país y del extranjero, entre las que destacan: Poesía de la mujer argentina (Editorial Emma Fiorentino), Publicaciones Técnicas, Antología AMORica Latina (Universidad de Viena, edición bilingüe, Austria), Poesía del Noroeste (Fondo Nacional de las Artes) y Poetas argentinas (Ediciones del Dock).
* Todos los poemas pertenecen a Wanaku (editorial lisboa, 2017). Selección: Felipe Herrero.
*Fotografía: Facebook de Rosario Andrada.