Poemas de Francisco Avendaño

https://www.excentrica.ar/wp-content/uploads/hilosEXC.jpghttps://www.excentrica.ar/wp-content/uploads/hilosEXC.jpgPoemas de Francisco Avendaño

Frente a la hoja en blanco…

 

Frente a la hoja en blanco algo debe hacerse

alguna reacción

un retazo del día

foto de este instante

de este hombre que acomoda papeles

Vuelve la mirada en torno

el cenicero vacío

el humo cediendo en el aire

una caja de fósforos gastados

Sabe que algún precio se pagará por estos días

sabe que el cansancio entrará por la misma puerta

y se descalzará a los pies de la cama

Por eso aprendió a tolerar los atentados poéticos

a inventar curiosidades en los bordes de las plazas

a soportar la gordura literaria de las viejas amantes

Todo conduce a este momento

al plazo perentorio de la hoja en blanco

a la insinuación de la primera palabra

Acertijos de la estética

los versos que se saben de la oscuridad y el silencio

el gusano sonoro de la rima

lo que sobrevive a fuerza de necedades ingenuas

Algo habrá que justifique los ejercicios de la música

algo que sirva para amortiguar el sabor del tiempo en la borra del café

El hombre traza una línea

un garabato que bien podría ser el límite de un labio

luego traza otra y se completa la figura

 

La boca

del papel

se abre

y el hombre es tragado

antes de estampar su firma.

 

 

(del libro “ La piedra de Sísifo”)

 

Escenario 2

El ojo idiota le hace un guiño y en la ventana cambia el paisaje. Confundido por el ruido y el entusiasmo de las luces trata de abrirse paso entre los papeles picados y las serpentinas sucias del otro carnaval. La belleza en este show es un culo sagrado, dice  la voz en off de su cabeza, arriba cruzan escotes en vuelo rasante. Baila un poco, se ríe, pasa prendido de una cintura, hacia arriba y hacia abajo se resuelve la modelo, el locutor gangoso dicta un nombre cuando aparece un envoltorio brillante.

Se cansa y cambia el paisaje esta vez en el vuelo del papel picado. Se reconoce en el color de la tribuna. Una pelota inquieta casi viva, salta de hombre en hombre hasta caer en la red, cielo de papeles blancos sobre los carteles, uno de los hombres festeja frente al lente, en ese grito va él.

 

Pausa, una dieta de yogures y escatología en tránsito lento.

Con un dedo y un control se puede cambiar el horizonte, de pronto está tirado en cualquier calle, atragantado de miedo bonaerense, el cuerpo ahí como un muñeco manchado y blando, las cámaras parpadeando al rededor, un mundo con muerte y sin moscas y el cielo estará nublado dice el pronóstico del tiempo.

Marcos Cáceres, “Miasma, plasma y otras sustancias”

Del libro “Biografía del instante”

 

 

“La acción de la partícula individual no se puede predecir. Pero no ocurre lo mismo con respecto a la acción de la masa. Allí se puede predecir. Esto da al átomo individual su libertad, pero a la masa su necesidad.”

Miels Bohr en conversación con Robert Frost

 

(24,6)

En la primera viñeta hay un enorme barco borracho

sobre la noche de rosario,

se llama dignidad pero en inglés

y parece arrastrarse río abajo.

Al frente unos silos de colores,

adentro los estripers de federico klemm

cambian tiernos besos de judas

o cuelgan del aire como cristos acalambrados

o caen en picada y no son ángeles.

A unos metros el rastro del poema,

paredes en código.

VENI A SER BARDO dicen las postales de inchauspe,

VENI A HACER BARDO dice el público en general.

Bailamos el pogo del poeta asesino,

ya lejos de su rama,

antes de que la madurez se descomponga

increpa a los jóvenes poetas,

les tira su aburrimiento en la cara,

los empuja hacia afuera con sus palabras de humo.

Los poetas jóvenes no le responden

contestar también aburre.

En el próximo cuadro llueven poemas

y la ciudad toda es una carámbano,

el sol no sale hasta que lo nombran.

Poemas histriónicos

histéricos

históricos

Poemas ingenuos

inexactos

intrépidos

Poemas con besos con hijos con drogas

con rencores prolijos

con café y con postre

Dicen las paredes:

Y SABER QUE EN ESTE MUNDO NO HAY NADIE A QUIEN ENVIARLE ESTE MENSAJE.

El túnel hace gárgaras con los autos

y repite una vocal largamente,

preposiciones y copulaciones conjuntivas del poema.

En el vértice de la página encuentro un níspero

su sabor es la memoria de mi infancia.

un árbol solitario.

Frutos del cielo o de los pájaros

que nunca más cayeron en mis manos de cinco años.

Entre las calles del poema,

en esta ciudad,

he plantado un árbol,

un algarrobo paciente

que como yo sea

un trozo de tierra nómade,

una coma o el silencio del coma

dentro del texto.

En la última viñeta

-PELIGRO BARRANCA-

sentados en el suelo

dos

tipos

vuelcan

fana

en una

bolsa

y respiran

un aire pegajoso.

El río está vacío.

Les pregunto por el barco

y me responden

que desapareció en la madrugada

como una ballena gateando por el paraná.

 

Del libro “A nivel del mar”

 

Principio de Arquímedes

El asunto sigue siendo entender los signos en la hoja de ruta. Martínez cree que los arabescos que ha trazado en el papel pueden entenderse como carta de navegación. Yo no discuto, sólo manejo, si una noche de estas amanecemos incrustados en medio de la Gral. Paz, no va a ser mi culpa. El resto de la tripulación ha sabido entender que esta humildad no es otra muestra de lo precario y que las pulgas que los habitan sirven al menos para dar cierta vitalidad a sus cuerpos. Hay una de la carga (como les llama Martínez) que puede mover la punta de los dedos ni bien se le presta un poco de atención y hasta llega a abrir la boca cuando le hablas. A Martínez y a los otros les gusta ir atrás y hablarle seguido, yo no, me dan asco las pulgas. El médico de la base me revisó y dijo que lo mío es un miedo venéreo, yo sé que son sólo las pulgas. Además no quiero encariñarme, puede que un día de estos no sepa cómo descifrar los dibujos de Martínez y ahí sí que no puedo volver a tener asco ni nada. Mejor no, además la carga dura tan poco. Martínez dice que no sufren cuando dan contra el agua, que para el caso es lo mismo porque ya vienen amortiguados de la base. A mi me da la impresión que el vértigo los mata en el aire. Los cuerpos paralelos al río, miembros agitándose, blandiendo en vano las extremidades, siempre que los veo caer pienso en que la velocidad no sólo come del tiempo.

Marcos Cáceres, “Plan de vuelo”, Buenos Aires 2076

Del libro “Biografía del instante”

Poesía circular

 

Sutil pero concreta

Una pulsión que trepe por los dedos

hasta tu lengua

un malestar preciso

constante

Abolir de inmediato todo otro tipo de trance

que la carne nos guarde ateridos

que nos cierre la piel el horizonte

las ideas suceden en cadena

como violentos puntos de una línea

un ansia cardinal nos divide el paisaje

 

Yo lanzo mis flechas al cielo de esta noche

y espero

El día beberá de los pájaros abatidos

 

Las palabras que desentierro

no tienen fin

tampoco origen

la sed que las busca es parte del mecanismo.

 

Marcos Cáceres, “La palabra y el síntoma”

Del libro “Biografía del instante”

“Pero no nos burlemos del lobo también nosotros nos dejamos seducir con tan poco fundamento, cada uno cree fácilmente en lo que teme y en lo que desea.”

Fedro

IV

(teriantropía)

En un punto ciego del paisaje estamos nosotros,

bloqueados por el oficio en la mirada del actor,

nuestro escenario es un mundo acelerado

risas y abrazos

que se acumulan

se enredan y caen.

A cada momento alguno de los personajes

tiene la sensación de ser una piedra arrepentida,

un lenguaje perturbado entre las mismas palabras.

Porque en el fondo sabemos

que no debíamos ser más que animales

de amores voraces

de sueños reversibles.

Inocentes de nuestro propio drama.

Pero el sol entrará por la misma ventana

y no necesitaremos otra certidumbre.

El pasado es el relato del hoy,

círculos que se explican a sí mismos

para perder su simetría.

 

De cara al vacío

nuestro graznido

es toda la poesía.

Del libro “A nivel del mar”

 

“Solemos olvidar

que la poesía es un instante

sabiamente clausurado

antes de que aprendamos a balbucear

la eternidad.”

Ana Emilia Lahitte

 

 

 

VI

 

(3.600)

Uyuni se fuga en las escamas de un pez interminable,

vibra en el cuerpo seco de un flamenco

cuando la muerte lentamente sucede sobre los hexágonos de luz

y la bandada se desgrana en una pregunta.

 

Primero naufragaron en la oscuridad,

el agua les cosió los pasos

y otra vez la sequía les llenó de silencio la mirada.

Dicen que los cactus del salar

son hombres condenados

cáscaras del viento que guardan la palabra de Wiracocha,

el ruido que los despertó a la vida.

Dicen que levantaron unas islas

con sólo permanecer

aferrándose a la tierra.

Aquí, lejos de todo, no existe el aquí,

sólo el rumor de un nervio catódico que se desvanece.

Flores de piedra como ofrendas del miedo,

fantasmas de bórax que aun queman mis párpados

Y la lúcida resignación de los derrotados,

los que mueren ahí sedientos de paisaje

ciegos por el clamor de la nada.

 

Sobre este suelo cada sol es definitivo.

El salar se ocupa de lamer el cielo

para que la noche se ensanche.

 

Del libro “A nivel del mar”

 

“… Santiago es una vaca que rumia diariamente su vuelo, es una pesadilla en la que uno corre una carrera vertiginosa pero sin moverse del lugar.”

Witold Gombrowicz, Diario Argentino

 

VIII

Una fuerza y su obstáculo,

es el remolino.

Los paisajes destiñen las ventanas

cuando dios aplaude los ángeles de la siesta

y en el zoológico triste

los leones son bostezos distantes.

 

Obligado a detenerse,

a probar el margen de cada resistencia,

el río se arrepiente

como el devenir del Nilo.

No asume su extensión

ni el brillo de su llanto

porque sabe que el espacio

es sólo tiempo,

tramos de tierra entre los días,

inútil

medir

espumas.

 

El agua no lava los restos,

no disuelve el dolor de las orillas,

permanece en fuga,

velando el trance de los árboles ahogados,

lamiendo huesos anónimos

para que fluyan las ciudades

 

Todo emite un latido preciso,

por las venas de las paredes

la luz en zumbido

es un mantra secreto

que el río escondió en la arena.

 

Aunque el cauce se dimane en peces muertos

y la ciudad vomite aburridos plásticos

todo final es apariencia,

cualquier sol

propicia espejismos.

Del libro “A nivel del mar”

 

 

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Descripción del Autor

Francisco Avendaño

Francisco Avendaño (Santiago del Estero, 1980). Publicó biografía del instante (hongospaginales, 2009). Tiene tres libros de poesía inéditos: verbos indelebles, la piedra de Sísifo y a nivel del mar. Sus poemas integran numerosas antologías, entre las que destaca Poesía Joven del Noroeste Argentino compilada por Santiago Sylvester y editada por el Fondo Nacional de la Artes.