Compartimos una selección de poemas del libro inédito Un corazón de suave plumaje, del poeta chileno Agustín Benelli.
Las ovejas
aman.
aman a sabiendas
que su oficio está en extinción
a pesar de esa dócil mirada
a pesar de su lana tibia
nacida en la urdimbre de soles.
Yo admiro ese insólito rebaño procurando amar como ellas aman.
Aunque ésta mi cornamenta también es la sombra del macho cabrío
que la luz de la lámpara dibuja en las paredes
una crónica de abruptos acantilados en la niebla.
¿Acaso no es verdadero este deseo
de amarte curar tus heridas
despojarte de la soledad?.
Heme aquí en la pupila de la noche empujado por el deseo a resistir
la mano y su báculo en este redil
con mis hermanas borregas
que observan con amargura
a los pequeños que intentan amar a sus madres
que se acicalan lejanas ensimismadas
en el laborioso horizonte de la metrópoli.
Beber de tu leche
beber balaban los cabritos.
Cuáles son las señales de peligro
necio mamífero
en alabanza
y tributo a la lujuria ariete enrojecido
como un sol en su pulso avasallador.
O tan sólo soy una bestia
empeñada en lamer tu cuerpo
y cobijar en mi guarida
en el ubérrimo peñasco
de mis designios tu pan tu leche.
Tú que vas por los collados
ilusionada transfigurada
en feroz estrella sobre el monte.
Y yo aquí en este corral me desangro por acariciar tu lomo.
Ay si tú me dijeras bestia ven a mí.
*
Eran
como pequeñas catapultas sus pupilas aquella tarde de abril.
Invisibles piedrecitas de canto rodado
me arrojaba atrevidamente.
Ninguna de ellas osé esquivar
todas se hundieron
en aquel río de sangre
que torrencial iba por mi arteria.
Entonces suaves ondas
de choque se expandieron
por todo mi cuerpo.
*
El contorno atmosférico de tus ojos parece acariciar el aire
en aquel vórtice
donde se aparean las gaviotas cada vez que el sol
desaparece detrás de la lámpara.
En aquel desbordante campo
de oscuridad la noche se abre solitaria
al fuego adulador de los astros.
Donde poco a poco el mundo sensible se incrementa
hasta llegar a tu cicatriz
de mujer-océano.
*
Fue una tarde
o una noche de junio cuando descendías de tu universo
por el cordón de tu sangre a mi sangre.
Tu mirada eran dos tímidas garzas volando con ternura cerca de mi nariz.
Bajo tus parpados color violeta
una vertiente marina
y un aroma a sal
se movían en el aire.
Entonces volaba
hasta tu pupila vestido de astronauta para entrar una y otra vez
en tu vértigo en tu colmena de pan
y miel.
*
Fueron muchas las noches
que alimentaron a la provincia
desde lo incalculable de la Vía Láctea.
Una barca en espiral
hacía lo asombroso
del azul
el gozo como velamen sobre tibias aguas.
Todo fue transparente
párpados adentro la mujer desnuda
el paisaje domesticado
la noche extendida
como una línea sinusoidal bajo los astros.
El gemido
iba y venía por la tierra fértil
e intensificaba el roce de los cuerpos.
Entonces el junco eyaculó la semilla
en aquel aletear del tiempo.
*
Supongamos
que tú eras la barca a la orilla del río
quién izaba las velas de la imaginación.
La irrenunciable libertad
en medio de las tribulaciones
Y aunque yo te dije ¡Nunca más!
el cielo aún espejea sobre las aguas del gran río
aún ilumina la ciudad. Ese firmamento
de grandes y pequeñas cosas.
O Brahms y su concierto de piano
brillando en los timbales del aire
traspasando el umbral
de los sentidos
con una gestualidad tan intensa
que derriba tazas y jarros.
Ahora
supongamos que la belleza
es aquel punto de la cocina
donde sartenes y ollas
se desnudan alegres ante la esponja
para bruñir sus metales
con la señal de la luz.
Donde
cuchillos y tenedores
entre átomos de grasa y detergente son convocados
para despojarse
de todo rastro de iniquidad.
Donde
me pregunto si acaso un poco de jabón
podría borrar la tristeza
de ese pedazo de hilo
que aún cuelga en mi frente.
He aquí la emoción
o el relato que lo guía
y las manos del pianista
cayendo sobre el teclado
y los altavoces trasladando el sonido
a todos los cuartos
con una devoción tan cósmica que todo lo anida
en el aire.
La fotografía
las gotas de lluvia
el humo secreto de la noche.
Las notas musicales
que caen salpicando las membranas
de la nostalgia.
Todo vuela
la terraza el poema la conversación
los remolinos de papel.
Todo por el revés de mi frente
sube en simultánea realidad
para luego caer
en el cáliz
de la
tristeza
donde no podré jamás
alcanzar tus manos
bajo esa
omnipresente
oscuridad.
*
Tú sabes
que bullen enormes olas de fuego dentro de mí.
Que soy un pájaro
un corazón de suave plumaje sobrevolando tu nido.
*
Recuerdo
cuando en nuestro lenguaje de pájaros
construíamos nuestra propia cartografía en busca de la orilla hermosa.
Y “El Mar”
era un poema
de Yevtushenko por donde las gaviotas pasaban como estrellas fugaces
hacia remotos océanos.
*
Un día comenzamos
a olvidar nuestro rebelde lenguaje.
Fue aquel día cuando
nos perdimos
en la niebla y su enojo.
Ahora cargamos una piedra soneto del silencio
que nos oscurece en su carcelaria envoltura.
Agustín Benelli (Concepción, Chile). Artista visual, comunicador y poeta. Es productor y conductor del programa Flashback de Radio Universidad de Concepción. Sus poemas han sido publicados en periódicos, revistas y en diversas antologías nacionales e internacionales, así como en sitios web. Publicó en 2017 Organigrama del Deseo yAsomado a la Palabra (Ediciones LAR Literatura Americana Reunida). Es director del proyecto Educación Poética para Chile y del proyecto Festivales Internacionales de Poesía del Biobío.